«Provengo de una familia desestructurada en la que había todo tipo de maltratos, físico, psicológico y sexual por parte de mi padre», recuerda Estefanía. Desde los 15 años tuvo que trabajar para poder pagar sus necesidades básicas y sus estudios, enfrentándose sola al desafío de la vida adulta. «A nivel emocional y psicológico estaba destrozada, con la autoestima por los suelos, deprimida y con ansiedad. No quería seguir viviendo», confiesa. Sin el respaldo económico de una familia, conseguir un trabajo formal era casi imposible.
La situación cambió cuando otra organización que la ayudaba emocionalmente la puso en contacto con la Fundación Integra. En poco tiempo, Estefanía logró obtener un empleo. «El trabajo es clave para autorrealizarte y pagar tus gastos. Me ha cambiado en todos los niveles».
La Fundación Integra tiene 23.500 historias distintas de personas que, como Estefanía, lograron sobrepasar una situación de severa exclusión social o discapacidad para retomar las riendas de sus vidas a través de la inclusión laboral.
La misión humana de la Fundación Integra
Esta Fundación surgió hace ya 23 años de la mano de Ana Botella, exalcaldesa de Madrid, tras identificar una realidad preocupante: aunque España vivía un momento de pleno empleo en los años 2000, había sectores de la población que seguían quedándose sistemáticamente al margen. Bajo la convicción de que «no hay mayor medida social que la creación de empleo», Ana Botella decidió crear un patronato para conectar a personas en situación de exclusión social con oportunidades laborales a través de la Fundación Integra.
La misión de la Fundación es clara: ofrecer una segunda oportunidad a personas sin hogar, exreclusos, exdrogodependientes, víctimas de violencia de género, jóvenes en exclusión y personas con discapacidad, independientemente de su pasado. Para Botella, «un trabajo con un sueldo, por muy pequeño que sea, te hace recuperar la dignidad y la libertad, dejando atrás la dependencia». La inclusión laboral no es solo una solución económica, es un paso hacia la reconstrucción personal y la reinserción en la sociedad.
El papel clave de las empresas
Uno de los grandes logros de la Fundación Integra ha sido tejer una red de más de 70 empresas comprometidas con la inclusión laboral. ¿La clave de este reclutamiento de empresas? «Les damos muchísima lata, ¡y convencemos mucho!», bromea Botella. «Al principio, cuando pedíamos a empresas que metiesen a personas que habían estado en la cárcel, se quedaban sin palabras. Pero lo hicieron y siguen colaborando con nosotros».
Además del apoyo financiero de las empresas, la Fundación cuenta con un equipo de voluntarios corporativos, que llega a más de 4.000 personas a lo largo de su historia. Estos voluntarios, provenientes de 150 empresas, desempeñan un papel fundamental, desde impartir formación hasta actuar como mentores en programas personalizados. «Lo más valioso que tenemos es nuestro tiempo», reflexiona Botella. «Cuando alguien que ha estado en la cárcel o en las drogas ve que un directivo de una gran empresa les dedica tiempo, eso les ayuda a recuperar la autoestima».
El trayecto hacia la inserción laboral
Las personas que llegan a la Fundación suelen ser referidas por sus 450 entidades sociales colaboradoras, que identifican a aquellos que tras recibir apoyo y acompañamiento previo están en condiciones óptimas para reincorporarse al mercado laboral. «El proceso de reinserción social no está terminado hasta que consiguen un empleo», explica Botella, subrayando el rol de la Fundación integra como puente entre el tejido asociativo y las empresas.
Tras una entrevista inicial, los beneficiarios reciben formación en competencias básicas como la elaboración de currículums, cómo presentarse en entrevistas y, si es necesario, formación en habilidades digitales a través del «aula de digitalización», hoy en día imprescindibles para la empleabilidad.
Una vez completada la formación, la Fundación trabaja mano a mano con los departamentos de recursos humanos de las empresas colaboradoras para encontrar vacantes adecuadas. Durante este proceso, se garantiza que los empleados sean tratados como cualquier otro trabajador, sin etiquetas que los diferencien, lo cual es clave para su integración. «Lo que realmente cambia los hábitos y recupera la autoestima es meterse en un ambiente normalizado», explica Botella.
Un impacto tangible
Un ejemplo destacado del impacto de la Fundación Integra es el programa «Im-pacto contra la violencia de género», en colaboración con la Fundación Repsol desde 2013. Este programa ha ayudado a cerca de 200 mujeres víctimas de violencia, de las cuales el 75% han logrado empleo. Mar de Andrés, directora de Transformación Social de Fundación Repsol, explica: «Identificamos nuevas oportunidades de empleo sostenible, con el fin de que la transición energética brinde oportunidades a los colectivos en riesgo de exclusión social». Como parte del programa, las participantes reciben formación en sectores como el eco-reparto y la logística, promoviendo una inclusión laboral que es clave para que estas mujeres recuperen su autonomía económica.
A lo largo de su trayectoria, la Fundación Integra ha facilitado más de 23.500 inserciones laborales, logrando que solo este año 2.000 personas en situación de severa exclusión social o con discapacidad encuentren empleo. El 90% de los beneficiarios reciben valoraciones positivas en sus nuevos puestos, lo que refleja el impacto real y sostenible de su labor. Actualmente, la Fundación opera en varias ciudades, incluyendo Madrid, Barcelona, Sevilla, Valencia, Zaragoza y Canarias, ampliando su alcance a nivel nacional.
La Fundación Integra de cara al futuro
La Fundación Integra se enfrenta a nuevos retos, entre ellos, adaptarse a las transformaciones del mercado laboral, marcadas por la digitalización y la inteligencia artificial. Ana Botella es consciente de la necesidad de evolucionar: “El sistema de trabajo de hace 20 años no tiene nada que ver con el de ahora”. A pesar de los desafíos, su misión sigue siendo clara: ofrecer empleo y educación a más personas, impulsada por la firme convicción de que «cada generación tiene que vivir mejor que la anterior».
La Fundación también ha logrado que algunos de sus beneficiarios accedan a la universidad mediante programas de becas. Un ejemplo es Estefanía, quien gracias a un acuerdo con la Universidad Francisco de Vitoria, obtuvo una beca para estudiar Psicología, acercándose así a su sueño de ayudar a otros. Ana Botella espera que este tipo de oportunidades educativas siga creciendo en el futuro de la Fundación.
Las empresas tienen una oportunidad imprescindible para hacer frente a desafíos sociales tan urgentes como la exclusión social. Aunque muchas centran sus estrategias ESG en cuestiones medioambientales, no deben perder de vista el inmenso impacto social que tiene la creación de empleo. La labor de la Fundación Integra, centrada en la dignidad a través de la inclusión laboral, es una prueba tangible de cómo el empleo puede transformar vidas. Como dice Estefanía, su beneficiaria: «Hasta que no tienes un trabajo y una estabilidad, no puedes desarrollarte».